Una travesía a prueba de olvido ante el público dominicano

La extensa e intensa travesía ha llegado de paso al puerto de Santo Domingo luego de peinar América y Europa, laureada y premiada, para continuar por Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay, entre otros destinos.

Al final de esta memorable travesía, cientos de miles de personas serán tocados hoy en vivo por su música y su canto y se habrán vendido un poco más de veinte millones de copias en toda su carrera conocida en todos los continentes.

Luego de ausencias y espacios vacíos en el mundo del espectáculo, el intimismo religioso, el lanzamiento del gospel de inspiración cristiana con el montaje de la gira del Tour 20 años, JLG ha resurgido de las cenizas como el ave fénix, presentando una propuesta laureada por los más exigentes premios, gustos y culturas; reflejando una gran vitalidad y deseos de continuar, afirmando en algunas de las entrevistas que su carrera apenas comienza.

Los festejos
La extensa gira “La travesía” en la que lleva a cuestas la “La llave de mi corazón”, llega al Centro Olímpico Dominicano en el festejo de los enamorados y de las fiestas patrias, en un momento marcado por la desesperanza, el hastío y la pereza propia de los tiempos que atraviesa la sociedad a escala global. Afortunadamente, JLG retoma el hilo y vuelve a constituirse en motivo de inspiración y motivación especial para los dominicanos que lo hemos visto emerger y alcanzar la gloria.

El esperado concierto en el suelo patrio presentará unas ocho canciones de “La llave de mi corazón” y un recuento de las expresiones musicales de mayor relieve de su dilatada carrera, que forman parte del acervo cultural dominicano. Se asegura un olímpico delirante con unas 50,000 personas como ha sido la tradición del forjador de este espacio cultural musical, que como en otras ocasiones, presenta amenaza de lluvia, luego habrá que ir portando paraguas, atuendo para la ocasión y algunos símbolos propios de nuestra identidad.

En pocas horas toda la zona que rodea el Olímpico se convertirá en un hormiguero humano y de caballos de metal por todos lados, repletos de ansiedad, a la espera de las luces y el sonido con la fuerza e intensidad lírica y épica que caracteriza al cuarteto que ha marcado las generaciones contemporáneas de la dominicanidad desde el ocaso del pasado siglo.

El fin de semana estará marcado por las notas de 4-40, alimentadas por la inusual presencia de Juan Luis en los medios de comunicación masivos con largas y fluidas entrevistas, dando a luz una nueva faceta más accesible y abierto al público, con voluntad de hacer intentos de vencer su timidez.

Su música y su canto se escuchan en los medios de los promotores del evento. La calle se calienta, los pies se agitan, los teléfonos se contagian del esperado acontecimiento del artista dominicano que conquistó el mundo para el merengue, la bachata, la salsa, el son y las variadas mezclas de la música caribeña y latina.